miércoles, 26 de julio de 2017

Nadia Comăneci ya no vive aquí

Del 11 al 22 junio se proyectó en la Cineteca Nacional la Muestra de Cine Rumano: 10 años en 10 películas, de la Palma de Oro al Oso de Oro, organizada por la Embajada de Rumania en México y el Instituto Cultural Rumano de Madrid, una muestra que incluía seis largometrajes del 2005 al 2015 y otros cuatro producidos en 2016. De entre ellos resultaba atractivo, por su título, la Autobiografía de Nicolae Ceaușescu: un recurso que ya había sido utilizado en el terreno de la literatura si recordamos, por ejemplo, la Autobiografía del general Franco, de Manuel Vázquez Montalbán (1992) o La autobiografía de Fidel Castro, de Norberto Fuentes (2004 y 2007).
Con frecuencia, la vida de una persona con cierto renombre no es escrita por ella misma: ocurre tanto en este documental como en libros afamados, como las Memorias de Pancho Villa, de Martín Luis Guzmán, y no por ello son memorias apócrifas: como ha dicho Friedrich Katz, Guzmán era un gran escritor y un investigador extraordinariamente serio que basó su texto en los manuscritos del secretario de Villa, el coronel Manuel Bauche Alcalde, a quien el Centauro del Norte dictó su autorretrato en 1914.
En el espejo musical, el género ha sido visitado lo mismo por amanuenses que por compositores, entre quienes destaca la cantautora Patti Smith, con tres libros autobiográficos publicados en español por Lumen: Éramos unos niños, Tejiendo sueños y M train. Sin pretender ofrecer una lista exhaustiva de autores que escribieron sus memorias (seguramente empujados por el interés de sus fans y el clamor de la prensa), podemos mencionar algunas traducidas al español: por ejemplo, las de Marianne Faithfull y Kim Gordon, editadas por las españolas Celeste y Contra, respectivamente. Expediciones Polares, por su parte, ha publicado las de Françoise Hardy y Stuart Murdoch; Alba, las de Miles Davis y Ravi Shankar; y Aguilar las de Sting y Phil Collins. Malpaso y Sexto Piso, ambos con filiales en España y México, son otros dos sellos editoriales que han incorporado a sus catálogos las autobiografías de Morrisey, Johnny Ramone, Bruce Springsteen y John Lydon (alias Johnny Rotten), en el primer caso; y las de Moby y Bernard Summer, en el segundo.
Pero indudablemente, la editorial que ha robustecido su colección de memorias es Global Rhythm, con títulos firmados por Edith Piaf, Eric Clapton, Keith Richards, Ronnie Wood, James Brown, Ozzy Osbourne, Andy Summers, Ray Charles, Duke Ellington, Dizzy Gillespie, Art Pepper y Woody Guthrie. Dos nombres más citaremos para cerrar este excurso bi(o)bliográfico: el del violonchelista Carlos Prieto, que en este 2017 publicó Mis recorridos musicales alrededor del mundo. La música en México y notas autobiografías, en el Fondo de Cultura Económica; y el del escritor cubano Reinaldo Arenas (1943-1990), cuyo libro póstumo, Antes que anochezca, fue adaptado al cine por el director Julian Schnabel en el año 2000 (autor también del documental Lou Reed: Berlin, del 2007).
De vuelta a la pantalla, que a menudo recrea nuestro propio engaño sobre el pasado, conviene detenernos ante la inusual realización del documental sobre los Ceaușescu: no hay en esta obra (hasta podríamos decir: anónima) una narración en off ni algún subtítulo que precise el lugar y la fecha de lo que vemos o que identifique a los protagonistas. Las imágenes, que abarcan casi 25 años, provienen de los archivos fílmicos oficiales y de la televisión rumana, en gran parte mudas y en blanco y negro, incluso ya muy entrada la década de los ochenta.
Al director, Andrei Ujica, le tomó tres años reducir más de mil horas de metraje (durante el primer año, ayudado por dos investigadores que preseleccionaron el material fílmico y videográfico) a 180 minutos de un propagandismo que pasa de la exaltación discursiva al choque con la realidad. Nacido en Timişoara en 1951 (ahí donde germinaron las protestas que derrocaron al régimen en el ’89) y exiliado en Alemania occidental desde 1981, Ujica inició su filmografía con los documentales Videogramas de una revolución (codirigido con Harun Farocki, 1992) y Fuera del presente (1997). En 2010 presentó su Autobiografía de Nicolae Ceaușescu en los festivales de Cannes y Morelia: un registro de las actividades del líder político desde 1965, al asumir la secretaría general del Partido de los Trabajadores Rumanos a la muerte de Gheorghe Gheorghiu-Dej, con quien fue ministro de Agricultura y viceministro de Defensa. Nada se dice de los primeros 47 años de vida de Nicolae, excepto cuando se festejan sus cumpleaños en plenas sesiones del politburó: surrealismo socialista.
El documental, una sucesión de puestas en escena donde suele confundirse la noción de no ficción, comienza con una más, la del mediodía del 25 de diciembre de 1989: el juicio sumario a él y a su esposa Elena, viceprimera ministra desde 1980, con quien se casó en 1946. Ambos se niegan a someterse a un proceso ilegal montado por un puñado de militares y no contestan ninguna de las acusaciones que penden sobre ellos. El fusilamiento, transmitido en su momento por los noticiarios internacionales, no se muestra al espectador, que verá en cambio actos públicos, desfiles oficiales e incluso filmaciones privadas que dan cuenta de las vacaciones familiares, así como su último mensaje televisivo, la noche del 20 de diciembre de 1989.
Esta autoglorificación (de los Ceaușescu, pero también del comunismo rumano) parece seguir un orden cronológico (a cargo de la editora Dana Bunescu), si bien a veces es evidente que tal orden se rompe sobre todo cuando se trata de ubicar históricamente a personajes como Richard Nixon, Jimmy Carter, Isabel II, Mao Tse-Tung y Kim Il-Sung, quienes aparecen sonrientes junto a Ceaușescu. Por supuesto, no podían faltar las reuniones del Pacto de Varsovia y los encuentros con otros dirigentes del bloque oriental, entre los que destacan Alexander Dubček, antes de la invasión soviética a Checoslovaquia en 1968, y Mijaíl Gorbachov, a quien Nicolae Ceaușescu fija una recelosa mirada en 1985.
En ese último año empezó la delirante construcción del monumental Palacio del Pueblo, la cúspide de un gobierno de fachada que contradice completamente lo pronunciado por Ceaușescu acerca del simbolismo: según él, sólo era útil en la poesía, no en la economía o la política. Pero justo el culto a la personalidad (que encierra en un retrato la efímera simbolización del poder) denota ya cuán desproporcionada era su aspiración a la grandeza: cimentada en palabras huecas.
Dos pasajes más alcanzan puntos culminantes dentro del documental (de los que desconocemos cuál fue su repercusión cuando ocurrieron): el primero es una voz crítica en el XII Congreso del Partido Comunista Rumano, la del camarada Constantin Pârvulescu, al reprocharle a Ceaușescu su intención de reelegirse. Esa ocasión, impactante e inaudita, fue completamente desaprovechada: la solitaria y enérgica disidencia no tuvo eco en ese instante en el que no siguió al silencio sino una aplastante multitud de delegados que aclamaba: ¡Ceaușescu, Ceaușescu, Ceaușescu! El 16 de diciembre todavía parecía muy lejano.
El segundo sucedió también a finales de los setenta: en un balance anual, el mandamás le exige a su gabinete todo su esfuerzo para lograr las metas programadas, entre ellas la primordial: aumentar las exportaciones. Cabizbajos, los ministros se reaniman con las proclamas finales y al unísono gritan, arengados por su líder: ¡muera el capitalismo!
Esta incoherencia, desde luego, no es exclusiva de un sistema: es sintomática de la clase gobernante, que llega a creer su propia simulación, su irrealidad: en 2014, Barak Obama y Stephen Harper visitaron Toluca, donde se reunieron con Enrique Peña. La ciudad fue maquillada a contrarreloj: las calles por donde transitaría la comitiva fueron “embellecidas”, tal como se acostumbraba a hacer en la Rusia zarista. Potemkiada, se le llamaba a esta farsa, una distorsión ahí donde la deteriorada realidad no debe ser vista y donde, como en la Autobiografía de Nicolae Ceaușescu, la complicidad convierte a los ciudadanos en caricaturas de sí mismos: como quien actúa en un videoclip.

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