viernes, 11 de noviembre de 2011

Brindis

Buenas noches.
Hoy se han desposado Marco y Karina. Sus familias y sus amigos estamos aquí, estuvimos en la ceremonia nupcial y antes, estrechando nuestra amistad. El día ha llegado, como si se cumpliera una profecía; como aquella en que Quetzalcóatl vuelve desde el oriente. El novio no es blanco ni barbado, pero la fecha, capicúa, ha llegado: a partir de ahora compartirán la misma suerte y una prueba de fuego: elegir una vida en común; este momento separa las experiencias del pasado con la promesa de un futuro. Como diría Octavio Paz: «en el amor todo es dos y todo tiende a ser uno».
Este día las cámaras fotográficas han capturado la celebración, brevísima si hablamos de tiempo. Instantáneas que aspiran a perdurar. Qué historias contarán las fotografías de esta noche, qué historia de amor nos contarán Marco y Karina. El amor, ciertamente, es una palabra extravagante, como el ritual mismo que hemos presenciado. Es una serpiente de plumas preciosas, me parece en una primera imagen; contrastante, disímbola: el alma, el cuerpo. Pensar y sentir. Aunque el casamiento es habitual, entregarse al matrimonio no es tan fácil como abrazar una causa, un equipo, una religión o la «tensión ficticia» del trabajo. Es una entrega voluntaria en que la libertad no debe extinguirse.
Enamorar, enamorarse, sentirse amado. «Lo más parecido a estar enamorado es el hallazgo de una música bellísima que nos fascina», dijo un escritor de verdad (Luis Ignacio Helguera), y los melómanos le damos la razón: encontrarla es una rareza; su búsqueda, a veces, una pérdida de tiempo. El tiempo de nuevo se hace presente; tiempo insuficiente para incluir el Theiopharmakon: una poción divina para preservar la salud espiritual y curar la enfermedad crónica de brindar por la salud, de John Geree, publicado en Londres en 1648, seguramente con otro título. Entonces y ahora, como escribió Augusto Monterroso, «Dios todavía no ha creado el mundo; sólo está imaginándolo. Por eso el mundo es perfecto, pero confuso».
Algo de perfección hay esta noche; algo incompleto: la historia de Karina y Marco apenas comienza: diariamente habrán de escribirla, mejor, desde luego, de lo que haría este escritor: la literatura y una boda son sencillas, comparadas con vivir. Vivir es arriesgarse; brindemos por ello y por la felicidad de Karina y Marco. ¡Felicidades!

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