No lo noté sino hasta estar dentro: parecía una boda. No sólo por las carpas y las sillas enfundadas, mucha gente acudió bien vestida, como si se tratara de un concierto de gala; también por la impaciencia de los niños, que jugaban sin control mientras la cuarta sinfonía de Tchaikovsky servía de música de fondo para ponerse al día en los comadreos.
El viernes 24 de septiembre la Orquesta Sinfónica Nacional presentó el concierto 20 de su temporada 2010 en la inexistente explanada del Ayuntamiento de El Oro: la calle Constitución vuelta una inadecuada sala de recitales. Música al aire libre –como si la acústica no fuera necesaria para disfrutar a Mussorsky y Toussaint– en el preámbulo de la celebración del centenario del Palacio Municipal, una joya arquitectónica por fuera, con poco que presumir por dentro: sus entrañas son las del miserable poder: fatuas.
No se trataba de una boda, por supuesto; tampoco de un público que supiera a qué iba. A un acontecimiento, sí, pero al que no está acostumbrado a asistir. Quienes fuimos a oír música clásica y no a pasearnos o a platicar, salimos desencantados.
II. Piangendo
Irritación causó también la pésima lectura del maestro de ceremonias y la abultada lista de agradecimientos de quienes, luego supimos, al consultar al regidor Apolinar Velásquez González, no financiaron el evento. El engaño venía en el anuncio, donde había un espacio reservado para cacarear el apadrinamiento del gobernador en los tres conciertos que con motivo del centenario del Palacio Municipal se realizaron. Padrino sólo de palabra: para este primer concierto el Ayuntamiento se endeudó para pagar la renta del equipo: tarima, carpas, sillas, sonido, pantallas y un largo etcétera que asciende a 800 mil pesos. Para padrinos, Carlos Salinas, que ha allanado el camino de la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto.
III. Molto capriccioso
Al término del concierto de la Sinfónica Nacional caminé hasta el final del recinto montado para contar las filas de sillas y multiplicarlas por los asientos. Según ese cálculo, la cifra de asistencia rondaba las 1800 personas, es decir, el triple de las que hubieran abarrotado el Teatro Juárez y ahorrado, al menos tres veces, el costosísimo capricho de traer una orquesta sinfónica cuando no hay un público que la exija y sí obra pública por hacer. Otra opción para no malgastar el erario era el Oro Club: un lugar cerrado y existente. Pero ya se sabe que los gobiernos prefieren erigir, sobre la realidad, la utilería: como esa distopía llamada Foros Compromiso por México: ¿para qué hacer uso de los recintos que ya existen, si podemos dilapidar el dinero público en carpas montadas en el Centro Cultural Mexiquense?
IV. Fortissimo
Después del vano esfuerzo por disfrutar el estreno mundial del concierto de clarinete de Eugenio Toussaint, interpretado por Eleanor Weingartner, vino el intermezzo: el presidente municipal, Gabriel Pedraza, como si el tiempo no hubiera pasado por El Oro, agradeció a la vieja usanza al gobernador, a los diputados priistas y a los presidentes municipales invitados (sólo presente el de Temascalcingo). Teatralidad en tiempos de la Ley Peña: el Ayuntamiento de El Oro avaló las reformas constitucionales de la mayoría priista en el congreso estatal, la misma planilla que fue electa en 2009 gracias a la candidatura común de PRI-PVEM-NA-PSD-PFD en 96 municipios más. Incongruencia y un retroceso de veinte años, cuando en la legislación electoral se suprimieron las candidaturas comunes, temeroso el poder de que se repitiera un fenómeno como el cardenista de 1987-88. Peña también quiere anticiparse: este año sus correligionarios perdieron en Puebla, Oaxaca y Sinaloa frente a una oposición unida. Pero eso sí: que las coaliciones sigan en pie, si no, ¿qué sería del aliado Partido Verde? ¿cómo inflar su votación, si no es a través de una alianza?
V. Pizzicato
¿De qué sirvió tanta alharaca? Tanta promoción a la figura del gobernador no logró que estuviera presente en el concierto del centenario del Palacio Municipal de El Oro, el sábado 2 de octubre. Aún recuerdo lo que las bocinas vociferaban la noche del 24 de septiembre en la árida montaña en que se convirtió la calle Constitución: los grandes presidentes que ocuparon un asiento en el Palacio Municipal... ¿Alguien puede nombrar uno digno de mención? En las dos últimas décadas, a decir verdad, ninguno –en consonancia con la presidencia de la República– se ha caracterizado por su grandeza.
En la historia electoral de El Oro, si cabe la remembranza, hay cuatro años sobresalientes: 1981, cuando Jacinto Salinas Zerecero, bajo la figura del Círculo Blanco, encabezó una rebelión priista con un final previsible: un fraude, como se estilaba, para imponer al candidato oficial; 1992, cuando un grupo variopinto de ciudadanos consiguió la salida del presidente municipal en funciones, Eulogio Carpio, un ladronzuelo que luego se refugiaría en el Comité Directivo del PRI estatal; 1996, la alternancia, signo de los tiempos: un candidato panista, surgido del PRI, gana la elección municipal, pero tres años después los panistas, avorazados por el poder, no logran ponerse de acuerdo y pierden dos veces seguidas, hasta que vuelven en el 2006, para regresar a la oposición tres años más tarde; y 2006, cuando López Obrador rompe la tradicional votación a favor de los candidatos presidenciales del PRI.
VI. Codetta
Uno se pregunta qué impresión le habrá dado al director huésped de la OSN, Daniel Raiskin, y a sus músicos tocar prácticamente a la intemperie y oír las alabanzas del presidente municipal y el maestro de ceremonias a funcionarios y legisladores que reciben un sueldo pagado por los ciudadanos y un sobresueldo a expensas del erario. El Oro es uno de esos municipios que económicamente se encuentra a la intemperie: a cielo descubierto, sin techo ni otro reparo alguno. Intemperie también como desigualdad del tiempo: en sintonía con el país, los gobernantes y los gobernados viven dos realidades distintas: los puestos públicos como una oportunidad para servirse con la cuchara grande, y no para servir. ¿Quién decide cómo hacer buen uso de un crédito de un millón de pesos a Banobras? ¿Y quién hace caso de las recomendaciones del Consejo Consultivo de Valoración Salarial? En este último, como en la mayoría de los casos, al presidente municipal de El Oro le despreocupa que no haya concordancia entre su percepción neta mensual sugerida (55,159 pesos, como se publicó en la Gaceta de Gobierno el 1 de marzo pasado) y la efectiva, de 64,831 pesos mensuales. «Qué tanto es tantito», objetará. Mucho, ante la intemperie.
[publicado en el número 495 del semanario El Manifiesto, el 6 de octubre de 2010]
López Obrador en el quiosco del Jardín Madero, en El Oro, el sábado 9 de octubre de 2010
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