jueves, 26 de febrero de 2009

Primera Trepanación



Manifiesto Metastásico


La vida es un naufragio y un espejismo: el navío, encallado, no existe.

En la ciudad gris el desierto es la arena en el alma de sus habitantes: piedras pulverizadas por la desidia.

La ciudad sombría se fragmenta caóticamente en un texto laberíntico, pero al deambular por sus arterias, la Palabra la reinventa con un eco intuitivo.

Propagar la experimentación lúdica desde el margen de una página vacía, como un virus troglodita, hasta desvanecer el blanco: necesario reflejo inmune a las modas.

El lector desconocido motoriza la literatura; las lecturas privadas le restan vitalidad y la exilian.

La intensidad de la escritura reside en su condición de amante, no en las relaciones públicas.

Mientras la individualidad produce, la oligofrenia reproduce su pusilánime obediencia a la tiranía. Aislamiento efímero.

La independencia es una causa perdida: la única en la mente de los perdedores reticentes a doblegarse.

Los liberticidas estafan al público lector desde las mafias de la academia y la burocracia con fárragos y mutuas alabanzas.

Publicamos con la certeza de que en la vida cultural prevalecen las complicidades y las claudicaciones, un entramado al que no nos sujetaremos: la malvivencia de los fantasmas que la maniatan es estéril y artificial.

Literatura no es la privacidad de un autor, y tampoco la solemnidad y el impostado buen humor de los escritorzuelos.

Inexpresivas las artes visuales cuando decoran la banalidad del artista: vanidad traslúcida.

El contagio consiste en estar creativamente enfermo o ser un peatón moribundo en la esquina de Abasolo y Soledad.

El lenguaje es un padecimiento introspectivo y su inoculación distorsiona cualquier catarsis: un ruido borroso nos comunica.

La falsa realidad: una ceguera de la que no todos desean escapar.

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